En la producción avícola, uno de los grandes desafíos consiste en enfrentar la “coccidiosis”, una enfermedad causada por parásitos del género Eimeria.
De acuerdo a estimaciones privadas, se trata de una problemática que genera pérdidas anuales a la industria avícola global estimadas en U$S 13.000 millones.
Es una patología que convive junto a lo que fue el gran alerta sanitaria del sector en los últimos años: la gripe aviar.
¿QUÉ ES LA COCCIDIOSIS?
La coccidiosis comienza cuando las aves ingieren ooquistes esporulados presentes en su entorno. Estos pequeños organismos se desarrollan en el intestino de las aves, ocasionando daños severos que afectan su crecimiento y bienestar. Estos parásitos sobreviven en condiciones ambientales adversas, factor que hace muy difícil su control.
Para el control de coccidiosis, la herramienta más empleada es el uso de anticoccidiales, que se administran rutinariamente a los pollos de engorde hasta poco antes de pasar a faena.
Pero el uso continuo de estos medicamentos se tradujo en una merma de su eficacia, situación que afecta la ganancia de peso y la uniformidad del lote en los galpones de producción.
Pablo Nervi, médico veterinario y Coordinador Técnico de Avicultura de MSD Salud Animal, comentó que “frente a este panorama, la reducción del uso de antibióticos en la avicultura se ha convertido en un tema central”, porque “la generación de resistencia antimicrobiana causada por el uso indiscriminado o el mal uso de antibióticos es una realidad”.
Y agregó: “Esto genera cepas de bacterias multirresistentes que ponen en peligro la salud pública, como es el caso de E. coli o diferentes tipos de salmonellas, entre otras bacterias”.
ESTRATEGIAS PARA PREVENIR LA COCCIDIOSIS
En este contexto y para evitar las deficiencias asociadas al uso prolongado de anticoccidiales, veterinarios y productores exploran nuevas opciones.
Una de ellas es la vacunación contra Eimeria: al introducir cepas sensibles del parásito, se promueven una inmunidad controlada y un momento de infección más temprano.
Nervi explicó que cepas como E. máxima pueden desarrollar inmunidad en solo 21 días, lo que es significativamente más rápido que con los métodos tradicionales.
“Este enfoque permite un inicio más temprano del ciclo coccidial, lo que resulta en un menor impacto de la enfermedad y un entorno más controlado” remarcó.
El profesional explicó que este tipo de vacuna, además de reducir la dependencia de los anticoccidiales, permiten a los pollos de engorde alcanzar su máximo potencial de rendimiento. La misma se puede aplicar desde el primer día de vida, mediante aspersión.
“Por otra parte, al administrarse la vacuna en la planta de incubación evita la formulación de dietas medicadas con anticoccdiales, facilitando la operación de las granjas”, concluyó el profesional.