El sector agropecuario es uno de los más dinámicos y competitivos de la Argentina, y sus productos son cada vez más requeridos en un mundo en el que aumenta la demanda de alimentos, pero en un contexto en que la innovación y la sostenibilidad también toman cada vez más peso en la agenda internacional.
En ese marco, el trabajo y dedicación de los productores nutre al campo argentino. Detrás de las tareas cotidianas, existen historias que dan cuenta de legados familiares que perduran, de vocación y de emprendimientos donde se conjuga el esfuerzo con proyectos de vida.
Además, la conciencia ambiental con la que muchos de ellos encaran la producción resulta clave para motivar al resto de la cadena a adoptar cambios de hábitos e impulsar un agro cada vez más sustentable mediante logros tangibles.
Un ejemplo: en el primer semestre, aumentó 25% el recupero de envases vacíos de fitosanitarios, según estadísticas de la Fundación Campo Limpio, el único sistema formal de gestión de los bidones que se descartan en los campos.
Precisamente, Campo Limpio difundió tres historias familiares productivas en las que el foco ambiental es uno de los más importantes, en el marco del Día del Agricultor y del Productor Agropecuario que se está celebrando este domingo en Argentina.
CULTIVOS Y CARNE EN LA ZONA NÚCLEO
Máximo Paz es una localidad de 3.500 habitantes, ubicada en la denominada zona núcleo, al sur de la provincia de Santa Fe. En este lugar, lleva adelante su tarea como productora agropecuaria desde hace más de 30 años Bibiana Soumoulou, graduada en Administración de empresas y consejera en el INTA local.
Bibiana se dedica al cultivo de trigo, soja (su abuelo fue el primero en producir esta oleaginosa en la provincia), sorgo y maíz, además de actividades ganaderas, como cría y recría de ganado.
Es la quinta generación de productores, una tradición que comenzó su tatarabuelo, quien llegó desde Francia hace más de un siglo. Para cuidar del legado de sus antepasados, Bibiana y su familia aún conservan la vid que trajo el primer Soumoulou que se instaló en la zona e incluso utilizan sus uvas para hacer vino casero.
En el presente, continúa con la herencia familiar, mientras impulsa activamente la producción sustentable, sobre todo a partir de la gestión responsable de los envases vacíos de fitosanitarios.
“Para mí, ser productora es tener un amor incondicional por la tierra, por la familia y por todo lo que se produce en el campo. Es una labor sacrificada, pero también es muy gratificante vivir todo el proceso, desde la siembra hasta la recolección y ver cómo lo producido llega a las personas”, explica.
Respecto a los valores que le inculcaron los que la precedieron y el secreto para que el emprendimiento perdure en el tiempo agrega: “La receta es el afecto que nos transmitieron por el cuidado de la tierra y el sacrificio de mis antepasados, que con mucho esfuerzo compraron su chacra, después de pasar una guerra. Ellos nos inculcaron el valor de preservar lo que es familiar”.
En cuanto a los cambios de paradigma, la productora sostiene que “antes la producción era más simple, en nuestro caso solamente hacíamos trigo, hasta que mi abuelo fue el primero en producir soja en la provincia den Santa Fe. Hoy le prestamos mucha atención al momento de la pulverización, siempre estamos presentes viendo que producto utilizan y cómo lo hacen”.
En ese sentido, subraya la importancia que le otorga la producción sustentable, en particular a la gestión responsable de los envases vacíos de fitosanitarios: “Siempre me interpeló ver envases abandonados en los caminos, enterrados o quemados, porque sentía que no era lo correcto. En nuestro campo corroboramos que el aplicador realice el triple lavado a los envases. También me preocupo por concientizar a los productores de la zona para que sus envases vacíos estén limpios y enjuagados correctamente”
PRODUCCIÓN MIXTA EN LA ARIZONA ARGENTINA
En el centro del país, en tanto, también se produce de forma sustentable. Nicolás Villa es ingeniero agrónomo, vive en Arizona (San Luis) y trabaja en un campo familiar ubicado en el sur de esa provincia y el oeste de La Pampa.
Se trata de un emprendimiento mixto (agrícola y ganadero), que dirige junto a su padre. “Trabajar en un campo familiar te brinda otra perspectiva, uno lo cuida como algo propio, porque es lo que le inculcaron”, afirma.
Y agrega: “El campo es como si fuera nuestra casa, entonces nos preocupa que no se contamine tanto en lo visual, como ambientalmente. Por eso, entre otras cuestiones, juntamos los envases vacíos de la campaña y les brindamos la gestión correspondiente”
En la Arizona argentina, la propia coyuntura climática genera la necesidad de estar a la vanguardia de los avances tecnológicos y producir de forma responsable.
“Por estar en una zona semi árida, la principal variable a considerar es la adaptación al clima. Esto hace que debamos estar constantemente actualizados en cuanto a nuevas tecnologías y prácticas que preserven el ambiente, para así obtener mejores rendimientos”, relata Villa.
En cuanto a los cuidados ambientales que llevan adelante, el ingeniero explica cómo cambió el paradigma, poniendo como ejemplo la gestión responsable de los envases vacíos de fitosanitarios: “Cuando todavía no me había recibido, las cosas se manejaban de otra manera. Los envases se dejaban tirados en cualquier lado, la producción se encaraba desde otra perspectiva. Hoy planificamos de forma estructurada y ordenada la recolección de los envases, unificando todos los utilizados durante la campaña en un solo lugar, para luego ingresarlos al sistema formal de gestión”.
ARÁNDANOS EN TUCUMÁN
Por último, Tucumán es un punto de referencia en lo que hace a la producción frutícola. Desde allí, lleva adelante sus actividades King Berry, empresa dedicada a la producción y exportación de arándanos, así como frutillas y maracuyá.
Uno de sus fundadores es Francisco Estrada, ingeniero agrónomo -nacido y criado en el campo- que hace más de 20 años se desempeña en el sector.
Para Estrada, certificar los procesos es un requerimiento necesario para ingresar a los principales mercados. Dentro de las certificaciones, las prácticas sustentables configuran un capítulo central y contemplan, a su vez, la gestión adecuada de los envases vacíos de fitosanitarios.
“La producción de arándanos se concentra principalmente en Tucumán, en la zona de Concordia y alrededores y, en menor medida, en Corrientes. Es un cultivo perenne, ya que se trata de un arbusto que se planta una sola vez hasta que uno decide cambiar la planta. Su fruto se destina principalmente a exportación, aunque en los últimos años ha habido un crecimiento importante del mercado interno”, explica.
Y completa: “Nuestra empresa nació con el chip de certificar los procesos. No solamente respecto a la producción, sino también en lo que hace al cumplimiento de cuestiones sociales. Estos estándares hacen que uno esté preparado para participar de los mercados más exigentes, ya que prestan mucha atención a estas cuestiones”.
“Además, creemos que trabajar de forma sustentable es lo que nos permitirá a nosotros y a las futuras generaciones seguir desarrollando nuestra labor en el largo plazo”, añade.
Sobre la certificación de la producción, sostiene que “todo lo que uno hace está escrito en un manual de procedimientos, registrado y auditado por una certificadora externa. En definitiva, el que compra nuestros productos tiene la certeza de que esos procedimientos se cumplen. La sostenibilidad es un capítulo específico de estos lineamientos”.
Precisamente, el capítulo ambiental de las certificaciones hace referencia a la gestión responsable de los envases vacíos de fitosanitarios.
“Se trata de otro de los puntos que tenemos que abordar de forma correcta, de acuerdo con las normas que guían las certificaciones. Si uno no brinda un destino seguro a los envases vacíos de fitosanitarios, alineado a la normativa vigente, está afectando el ambiente y la salud de las personas y de los animales. Esto sucede, por ejemplo, cuando los envases se utilizan como recipientes de agua”, grafica.