En medio de una cosecha gruesa que ha presentado múltiples problemas, con el maíz perjudicado por la chicharrita y la soja con retrasos y pérdidas de calidad, el sorgo está logrando sortear obstáculos y cerrar una campaña muy positiva.
De acuerdo con la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, ya se cosechó el 42% del área estimada, lo que implica un adelanto interanual de 8 puntos porcentuales, algo que contrasta con el resto de los cultivos que, en general, vienen retrasados.
En este marco, aunque hay colaboradores que reportan problemas de brotado de granos en lotes con alta humedad relativa, en general desde la entidad porteña estiman que el rendimiento medio nacional no caería por debajo de los 42 quintales por hectárea.
Esto posicionaría a la campaña actual como la mejor en rindes desde la 2016/17, logrando una producción de 3,5 millones de toneladas, un millón por encima del año pasado.
¿EL BOOM DEL SORGO?
Las cifras de la presente campaña son solo un botón más de muestra del excelente momento que atraviesa el sorgo, y que podría transformarse en un boom para la próxima campaña, debido a que muchos productores optarían por este cereal y no por el maíz, para evitar los posibles daños de las nuevas poblaciones que se esperan de chicharritas.
“Se perfilan favorables las nuevas circunstancias para la dinámica productiva del sorgo. Este último podría ganarle terreno al maíz y ser parte de una alternativa interesante para sortear los problemas relacionados con la chicharrita”, resumió la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) en su informativo semanal, en un reporte especial dedicado al cultivo “rojo”.
Las estimaciones de siembra 2024/25, para cultivos gruesos, aún están muy lejos, pero de manera preliminar, desde la BCR se animan a proyectar entre 0,9 y 1,2 millones de hectáreas. Esta última cifra, en caso de alcanzarse, sería la mayor desde el ciclo 2011/12.
El crecimiento del área, según la entidad rosarina, está garantizado y se observa en la fuerte demanda que ya están teniendo las empresas semilleras, lo que incluso se reflejó en un incremento de los precios de las semillas a partir de abril.
“De hecho, el elevado nivel de demanda y de ventas, ha impulsado a alguna semillera a recurrir a producciones en contra estación de otros países. Las tensiones dentro del mercado, frente a una mayor demanda y una oferta que no ha logrado acomodarse al cambio drástico en las expectativas el mercado, ajusta por precios”, analizó la BCR.
Esto, pese a que el sorgo cortó su escalada alcista en el mercado y, de hecho, hoy está alejándose de los máximos registrados hace un año atrás. Actualmente, la pizarra asciende a U$S 153 la tonelada y en términos “reales” el poder de compra de una tonelada de sorgo ha llegado a niveles mínimos de abril del año pasado.
De todos modos, estos valores están muy por encima de los que había previo a 2020.
Por otro lado, al sorgo también lo ayuda como alternativa del maíz, que es un cultivo que demanda menos inversión y resiste mejor condiciones de estrés hídrico, lo cual es importante teniendo en cuenta las proyecciones de un evento La Niña a partir de la primavera.
El efecto de la chicharrita y la disminución en los rendimientos del tardío se ve reflejado en los precios futuros, y durante el último tiempo el maíz se ha encarecido con relación al sorgo, volviendo a este más competitivo.https://t.co/D6b1DzP6DY pic.twitter.com/ZsjoHFDYVj
— BCR Mercados (@BCRmercados) May 27, 2024
EL SORGO, COMO COMPLEMENTO DEL MAÍZ
A comienzos de la década de 1970, el sorgo llegó a ocupar dos millones de hectáreas en Argentina: ¿es posible recuperar esa cifra en la actualidad?
Fue precisamente la pregunta que se planteó el panel “El futuro del sorgo: hacia 2 millones de hectáreas”, que se realizó durante el Congreso Maizar 2024, y del que participaron Nicolás Udaquiola, analista de mercados y consultor agropecuario; Francisco Cinque, gerente general de Advanta Semillas, y Omar Odarda, consultor de comercio internacional. Estuvo moderado por el director de Estudios Económicos de la Bolsa de Rosario, Julio Calzada.
Cabe recordar que Maizar es la Asociación Maíz y Sorgo Argentino, por lo cual este último cultivo es considerado muy importante.
“El sorgo diversifica, sostiene y rinde”, dijo Cinque. Al respecto, evaluó que el rendimiento promedio en la campaña pasada fue de 3.000 kilos por hectárea, lo que representó un incremento del 60% en el marco de un escenario de estabilidad a lo largo de los últimos ciclos, incluidos los que fueron atravesados por la sequía.
Para el ejecutivo, estamos transitando “la década del sorgo” por varias razones, entre las que apuntó: la creciente demanda de China, la incorporación de nuevas tecnologías y el cambio climático.
“Hay una tendencia mundial de consumo consciente en la que el sorgo tiene una oportunidad”
“Las esquirlas de este cambio no sólo son las sequías o las inundaciones, sino también las nuevas plagas, como la chicharrita”, explicó.
El sorgo allí encontró su lugar porque “aporta a través de la diversificación”, que es una de las herramientas que tiene el productor para cubrirse frente a situaciones adversas, porque “no tenemos subsidios estatales y los seguros multirriesgo son muy caros”, recordó.
También consideró clave que “el sorgo cumple un rol importante en zonas con suelos salinos que se pueden incorporar”, dijo Cinque, y contó que Advanta que está trabajando en nuevos híbridos tolerantes a salinidad y frío, pero también acompañando a los productores que adopten este cultivo en el manejo.
En tanto, Udaquiola mencionó que la disputa entre Estados Unidos y China por los aranceles “puede impactar en el mercado, ya que los chinos pueden comenzar a buscar orígenes alternativos”, como ocurrió con el maíz, y allí la Argentina puede encontrar un lugar.
En este punto, repasó que a nivel local el sorgo es “competitivo desde el punto de vista de los costos”, no tanto en términos de precios, sino “por su estabilidad de rendimientos”.
Además, señaló que por ahora el sorgo se estabilizó en una superficie de 950.000 hectáreas, y ese es “un escenario base”, pero estimó que en poco tiempo podría alcanzar 1,35 millón de hectáreas.
“La meta de los 2 millones de hectáreas no es alcanzable para el año que viene, pero sí es muy probable en el mediano plazo”, proyectó.
Aunque lo ató a que se cumplan algunas condiciones, como que haya “mayor capacitación, para que el productor adopte los nuevos sorgos disponibles, pero fundamentalmente exportando con la calidad que buscan nuestros compradores”.
En ese punto, Omar Odarda, consultor en comercio internacional y exconsejero agrícola de la Embajada Argentina en China, repasó la historia de altibajos que tuvo nuestro país como exportador de sorgo a China, un mercado al cual se llegó luego de varias idas y vueltas, hasta que en 2021/22 se colocaron allí 2 millones de toneladas.
En la actualidad, Argentina es el tercer exportador hacia China, luego de Estados Unidos y Australia. Contribuyeron a eso dos situaciones externas: la guerra comercial entre las dos principales potencias mundiales y una sequía en territorio australiano.
Un problema en este marco es que, si bien los precios FOB del sorgo son competitivos, los altos costos de flete y los derechos de exportación le quitan atractivo para el productor argentino.
GENÉTICA Y MANEJO, PARA POTENCIAR AL SORGO
Por otro lado, también durante el Congreso Maizar se llevó adelante el panel “Sorgo, rompiendo paradigmas”, que apuntó a debatir cómo se puede superar con creces el rendimiento promedio nacional de este cultivo, que hoy se ubica en 3.500 kilos por hectárea.
Aquí participaron Lisandro Guillaumet, breeder de sorgo de Advanta Semillas, y Juan Balbin, productor agropecuario de General Villegas, quienes presentaron casos en los que los rindes superaron los 14.000 kilos por hectárea, en un panel moderado por Vicente Trucillo, breeder de RAGT Tobin.
Concretamente, en la campaña 2023/24 hubo productores de sorgo que lograron rendimientos muy altos, algunos casi cuadruplicando la media nacional.
Por ejemplo, en la zona de Saturnino Laspiur, se obtuvieron 9.700 kilos por hectárea (kg/ha), y en Alta Gracia, de 11.500. En la zona núcleo, en tanto, un productor de Armstrong obtuvo 10.800 kg/ha; en General Gelly, se alcanzaron 10.000, y en Vicuña Mackenna 14.700 kg/ha.
En este marco, Guillaumet resaltó la ganancia genética lograda en los últimos años. Un estudio sobre 39 materiales lanzados por la compañía entre 1984 y 2021 reveló que “es un cultivo que rinde, aunque hay que acompañarlo con tecnología”.
El breeder relató que pudieron realizar una estimación de brecha de rendimientos que permitió observar una ganancia genética de 38,5 kilos por hectárea por año en los 37 años analizados. “Es un resultado más que bueno para el cultivo”, subrayó.
Pero aclaró que el grueso de esta ganancia se concentra en los últimos cinco años, período en el que presenta una ganancia promedio de 70 kilos por año.
“El cultivo adoptó mucha tecnología. No es sólo el rendimiento, también son las características agronómicas que están asociadas a cada uno de estos nuevos materiales, en términos de nuevas tolerancias o resistencia a herbicidas. Es un punto importante que nos permite avanzar en esas ganancias”, detalló.
Por su parte, Juan Balbín, productor agropecuario de General Villegas y el sur de Córdoba, se mostró confiado en que el sorgo crezca, pero no como un parche, como ocurrirá este año por el problema de la chicharrita, que hará que algunos productores elijan sembrarlo en lugar de maíz en las zonas afectadas: “Tiene que crecer per se, no como una salida al problema de otro cultivo”.
El ex presidente del INTA y de la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (Aacrea) indicó que “el sorgo se complejizó y evolucionó”, y “hoy es un cultivo que requiere una atención igual que la soja y mucho más que el maíz”.
En este sentido, especificó: “Los monitoreos que hacemos en sorgo no son ni siquiera semanales: hacemos un seguimiento cada cinco días en la época crítica del pulgón. Hay que tomarlo más en serio”.
El mercado del sorgo le pone fichas a su futuro, con la mirada en China
Balbín contó cómo trabajan en suelos thapto, en la zona de Villegas, en la famosa cuenca de La Picasa que estuvo inundada muchos años.
“El suelo thapto es muy especial, cambia en 10 o 50 metros. Nos dimos cuenta de que en estos suelos la soja ya no iba más. Probamos maíz de segunda, pero vimos que, a diferencia del sorgo, si en el momento de floración no teníamos lluvia, entrábamos en crisis”, describió.
En cambio, el sorgo tiene la capacidad de demorar entre 30 y 40 días la floración, y tiene mucha mayor capacidad de absorber agua.
Una ventaja en estos suelos es que no retienen más de 60 o 70 milímetros de agua, pero son agrícolas. Allí, dijo, realizan sorgo-girasol, sin rotación porque, por ejemplo, la vicia se queda sin agua a fines de agosto-septiembre, y después entrega el suelo tarde.
El concepto clave es trabajar al sorgo como si fuera un maíz: cultivo limpio desde el primer día, barbechos largos. Apuntó que hay “algunos inconvenientes de control de malezas en girasol por el enorme rastrojo que tiene la cobertura de sorgo”. La rentabilidad la miden en un conjunto, girasol-sorgo.