“Somos una provincia que puede tener 1.000 milímetros en zonas cercanas a la Cordillera. Pero en la otra punta hay lugares en los que con suerte conseguimos que lluevan 150”, dicen quienes conocen en profundidad la extensión de Río Negro.
En pleno desarrollo de La Rural, meca de la producción ganadera en la Argentina, las nuevas vertientes de alimentación para animales y zonas que se incorporan a este ciclo también buscan comunicar su “disponibilidad”.
“Buscamos incorporar más productores a la región”, explicó el secretario de Agricultura rionegrino. Lucio Reinoso en una charla con Infocampo en el stand que la provincia presentó en La Rural.
Para ello desde la gobernación tienen un plan: en dirección hacia el mar, ganar más hectáreas para la producción agrícola, muchas veces insumo vital para la ganadería de zonas como La Pampa o Buenos Aires, o la propia Patagonia.
Pero no es el único de los motivos: también, la proximidad con la pujanza y la expansión del gas en Vaca Muerta también pesa. Y la sofisticación de producciones ya existentes a lo largo del valle le daría una escala productiva a un buen número de productores, ampliando la economía local.
MÁS VALLES PRODUCTIVOS, MEDIANTE EL RIEGO
¿Cómo llegar al objetivo? Mediante una sistematización del riego en zonas del Valle Medio y el Valle Inferior del río Negro, el mismo que le da sustento al poderoso Alto Valle y brinda el agua necesaria para la producción de peras y manzanas, otro ícono de la región.
El sur también existe: con riego, el maíz podría sumar un millón de hectáreas en la Patagonia
Sin embargo, la atracción por las nuevas posibilidades genera eco entre los productores. Hay un caso testigo: la cebolla perdió pisada en el sur de Buenos Aires luego de un duro traspié en sus exportaciones a Brasil, en 2022. Ahora, luego de una “migración” del cultivo y algunos de sus productores, Río Negro reconoce a ese circuito económico como el de mayor rentabilidad.
“Obtenemos unas 4.000 bolsas por hectárea”, aseguran desde la provincia. El desafío de cara al futuro es bajar los costos actuales para lograr arraigarlo y evitar sufrir en carne propia un fenómeno similar, y no quedar atados al precio del producto.
RIEGO: ESTUDIO Y PLAN
El denominado “Plan Castello” fue coordinado con la FAO y nació luego de un estudio que culminó en 2017. A través del mismo se analizaron los suelos, su irrigación y su potencial. Y gracias al mismo se decidió encarar el fortalecimiento del riego en Valle Medio y Valle Inferior.
El camino llevó a consultas con profesionales de INTA, CREA y Aapresid para buscar diversificar la producción y no basarse únicamente en peras y manzanas.
Con la premisa de “sistematizar” el riego que ya existe en zonas del Alto Valle, el Estado provincial busca que el Banco Mundial apruebe fondos para lograr unas rápidas 400.000 nuevas hectáreas para la producción agrícola.
En total, según la FAO, la cifra podría ser del doble.
“Para eso necesitamos energía”, graficó Reinoso.
Sucede que los costos para establecer sistemas de riego por gravedad o por aspersión presurizante están cercanos a unos u$s 4.500 por hectárea, cifra que deja afuera de la producción a buena parte de los productores que quieran iniciarse allí. Por eso, el plan es que los fondos del BM sirvan para obtener la energía necesaria y darle impulso a ese riego.
“Para presurizar necesitás energía. Para el sistema gravitacional las inversiones son muy altas y hay que mover mucho suelo, que se decapita, y es un proceso muy largo. En cambio con energía uno puede poner un sistema de riego por pivote, por goteo o aspersión y que rápidamente pueda moverse sin nivelar el suelo”, explicó el funcionario.
LA COEXISTENCIA DEL AGRO CON LO URBANO
Uno de los problemas más habituales que se daban en la zona es que la red eléctrica no soportaba una eventual necesidad de los productores para utilizar equipos de bombeo. Y eso desencadenaba consecuencias incómodas en las poblaciones cercanas.
“En la zona de Guardia Mitre al prender los equipos se apagaban las heladeras de los comercios, se cortaba la luz en el pueblo o en lugares muy sensibles, como los hospitales. Es muy importante para el pueblo poder tener potencia. Eso va a permitir instalar industrias”, apuntó.
Dicha producción de cebolla que “llegó” a Río Negro, por ejemplo, requiere de máquinas para su clasificación.
“TALLERES DE VALIDACIÓN”
De acuerdo a los requerimientos del BM, Río Negro debió someterse al proceso que obliga el organismo para poder otorgar los fondos. El método es a través de la registración en videos y planillas firmadas de cada productor que acude a los denominados “Talleres de validación”.
“Allí contamos el proyecto y nuestra visión y lo que ellos tienen que hacer es firmar un formulario en el cual aceptan que ese proyecto se desarrolle de esa manera y de esa forma”, indicó. Además acude un veedor, se graban imágenes, se firman planillas y se filma todo el procedimiento.
¿La siguiente etapa? Todo desarrollo industrial requiere de una infraestructura que haga viable a la logística de maquinaria y tránsito en rutas y vías navegables.
“Tenemos la misma distancia que un productor de la zona de Trenque Lauquen hacia el puerto de Bahía Blanca“, ejemplificó otro funcionario presente.
Se trata de una etapa que quedará sujeta a la suerte de lo que decida el Banco Mundial, el acompañamiento del clima, los precios internacionales y el combustible inicial: la motivación de los productores.