Un “cisne negro”: así califican desde la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora a la chicharrita del maíz, el diminuto insecto que ha provocado un gigantesco problema en la producción del cereal a nivel nacional.
Vale repasarlo: desde febrero comenzaron las alertas de que esta plaga, tradicional en el nordeste del país, comenzó a expandirse hacia el centro, a raíz de los fuertes calores que hubo en el verano.
De allí los inconvenientes se sucedieron sin freno: la chicharrita de nombre científico Dalbulus Maidis es vectora de una bacteria, Spiroplasma Kunkelii, que provoca la enfermedad del “achaparramiento del maíz”, capaz de reducir hasta 70% los rindes del cereal.
La consecuencia es un desplome de la producción en muchas zonas, que llevó de hecho a la Bolsa de Cereales de Buenos Aires a reducir en 2,5 millones de toneladas su pronóstico de cosecha del cereal.
EL DRAMA DE LA CHICHARRITA DEL MAÍZ
En este marco, uno de los problemas es que no hay actualmente principios activos en insecticidas aprobados que puedan frenar a esta chicharrita.
Por eso, ya sin posibilidades de controlarla en esta campaña, el desafío es comenzar a pensar en la próxima, ya que por ejemplo otros cereales y los maíces “guachos” pueden ser hospedantes para que vuelva a explotar en el ciclo 2024/25.
Es por ejemplo lo que sostiene Néstor Urretabizkaya decano de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (FCA-UNLZ) y Magíster en control de plagas y su impacto ambiental.
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“Dalbulus maidis tiene en el norte de nuestro país hasta cinco generaciones anuales, siempre asociado a cultivos de gramíneas, pero donde mayor impacto causa es en el cultivo de maíz”, señala en un artículo difundido por la UNLZ.
Según Urretabizkaya, no solo las altas temperaturas y abundantes lluvias han favorecido el desarrollo de esta plaga en zonas donde habitualmente no se encuentra, sino que también influyen las distintas fechas de siembra de cereal, que posibilitan una “oferta ampliada” para las chicharritas.
“Este escalonamiento también permite mayor abundancia de insectos y esto produce migraciones de plagas desde el norte (donde es endémica), encontrando siempre la etapa del cultivo más precisa y de rápida reproducción”, subraya.
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CÓMO FRENAR LA CHICHARRITA DEL MAÍZ
Pensando ya en lo que viene, para Urretabizkaya hay que recordar que Dalbulus maidis desarrolla su ciclo entre la primavera y el verano, y cuando llega el invierno sobrevive en plantas silvestres, en cultivos invernales (avenas, cebada, trigo, centeno), pero sólo para pasar el invierno.
“Hasta el momento no se ha visto en esos cultivos síntomas de la enfermedad que transmite”, lleva tranquilidad.
Pero por estos motivos, recomienda a los productores “estar muy atentos y monitorear muy bien durante todo el invierno”, para ver cómo transcurre la presencia de la chicharrita en las plantas hospederas.
En segundo lugar, considera que “sí o sí hay que hacer tratamiento de semillas en todos los cultivos de maíz que se vayan a sembrar el año próximo, usando insecticidas sistémicos, que permiten la movilidad en la plántula desde la semilla, y dan cierta residualidad”.
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“Entre ese tipo de productos figuran los neonicotinoides para asegurar protección en los primeros 15 a 30 días de plántula”, menciona.
En este marco, es importante recordar que tampoco existen productos registrados para el control de la enfermedad, por lo tanto siempre hay que trabajar sobre el control del insecto vector, monitoreo y aplicaciones de fitosanitarios cada vez que sea necesario.
E insiste: “No hay que dejar de monitorear el cultivo de maíz en las primeras etapas, hasta la segunda o hasta la cuarta hoja por lo menos, para descartar la presencia de Dalbulus. Éstas serían sugerencias para la próxima campaña”.